martes, 21 de julio de 2009

Sepia a la plancha.


Ingredientes para 4 comensales:

-2 sepias limpias de 500 gr. c/u.
-3 dientes de ajo grandes.
-8 cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra.
-2 cucharadas soperas de vinagre de sidra.
-1 cucharadita de las de postre de salsa de soja.
-Perejil.
-Sal.

Procedimiento:

Terminar de limpiar las sepias bajo el agua, retirando el pico que posee en la boca y la piel. Separar los tentáculos del cuerpo y cortar los primeros en 4 partes. Terminar de abrir el saco y darle por la cara exterior unos cortes (solo marcar sin llegar a cortar del todo) diagonales y paralelos con una separación de medio centimetro, girar y repetir la operación hasta conformar unos rombos. Esto además de darle un toque estético, favorece el que penetre el calor. Con la ayuda de unas tijeras hacer unos cortes de 1 centímetro, tanto en la falda como en el cuello, con el fín de que se mantenga la sepia plana, sin recogerse sobre si misma.
Picar muy finamente los ajos y el perejil y mezclar en un cuenco junto con el aceite, el vinagre y la salsa de soja, reservando la mitad del caldo. Untar los trozos de sepia con la mitad de la mezcla y pasarla por una plancha o sarten a fuego medio/alto añadiendo el caldo que ha sobrado de la primera mitad. La sepia se pone dura si la cocinamos demasiado, con lo que 2 minutos por cada lado sería el tiempo adecuado.
Pasar la sepia a una bandeja, añadir la sal y bañar con la segunda mitad de la mezcla en crudo.

El truco: El único sería controlar el tiempo con cuidado, entre 1 y 2 minutos dependiendo del tamaño será suficiente. Acompañar de un vino blanco de la tierra, en mi caso txakolí. Es una receta muy, muy fácil de hacer y rápida con la que siempre quedaremos bien.

¡¡¡On egin!!!

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lunes, 13 de julio de 2009

OKINA 2009. "EL REGRESO"





Todo en esta vida tiene un principio y un final.

Ya han pasado quince días. Dos semanas desde que montamos el campamento de este año. Trescientas sesenta horas de convivencia continua. Estos monitores de Ziztu Bizian Eskaut Taldea de Romo (Getxo), de nuevo han demostrado ser unos valientes domadores de niños y adolescentes. Con mucho valor y carros de paciencia se han dedicado de forma exclusiva y sin la presencia de ningún padre, a sosegar los ánimos de nuestros hijos e hijas tras un largo curso escolar, durante quince días de sus preciosas vacaciones, que sin embargo, nos han servido a los aitas para cargar de nuevo las pilas.

La inculcación de valores y enseñar a convivir entre ellos y con la naturaleza como espejo, ha recaído en las espaldas de un grupo de monitores que dominan a la perfección estas lides, ya que han estado en el “otro” bando, en el de los Guerreros.

Como decía en la entrada anterior, el día de regreso a casa, es completamente distinto al primero, es más, diría que incluso antagónico. El día de inicio es festivo, con muchas risas. El día del final de campamento, el último, el de “cada mochuelo a su olivo”. Ese postrero día todo, créeme, todo son lágrimas. No negaré que alguna, lo que se dice alguna, en el momento de llegar y ver a nuestros hijos e hijas, alguna, alguna ya cae. Unos minutos de abrazos y besos y los niños desaparecen con sus amigos a la espera de sus aitas y amas que vamos llegando poco a poco. Cuando ya estamos todos, y para “soltar” como dicen los sociólogos, un par de juegos para romper el hielo entre los padres. A partir de aquí, todo se transforma. Comienzan los agradecimientos de los chavales a los monitores. Todo se descontrola. Aparecen las risas y las lágrimas. Cuando comienza la entrega de pañoletas y el paso de rama, cuando pasan a una rama superior, con todo el ceremonial que implica, ya que han cumplido con las premisas de los monitores, a los que hemos llegado ese día se nos empieza a nublar la vista, sea la entrega a tu hijo o a cualquier niño o niña aunque solo le conozcas de vista, las lagrimillas aparecen. A mi me resulta muy emotivo y a nuestros hijos e hijas aun más. Para ellos, el monitor es alguien a quién deben respetar, ser sus amigos y quererles mucho. La mejor forma que tienen ellos de devolverles la confianza entre todo el grupo, es corresponder con la pañoleta y demostrar así que ellos también les respetan, son más que sus amigos, ya que en muchas ocasiones deben adoptar el rol de padre y darles mucho cariño. Los que no reciben la pañoleta no es que no se la merezcan, pero aun le queda algún mérito por cumplir, poca cosa. Seguro que la recibe pronto.

Por todo ellos, GRACIAS, con mayúsculas. Sois la “hostia” y el “copón bendito”. Muchas gracias a los que seguís, ahí a pie de cañón, poniendo toda vuestra ilusión para que todo salga bien en todo momento, y muchas gracias a los que por uno u otro motivo habéis decidido que necesitáis un descanso bien merecido. Formáis parte del “mundo” de los adultos con todo lo que conlleva, las vacaciones no son las del estudiante y nos pesan las obligaciones.

No me cansaría de daros las gracias, pero con el corazón en la mano, creo que hay alguien con mención especial. Iñaki Padín ha sufrido hace unas pocas semanas lo que creo que es el dolor más difícil de sobrellevar, y es la muerte de un familiar tan directo como lo que era Valen, su aita. Padín, muchas gracias por tu valentía al dedicarte a formar a nuestros hijos e hijas en momentos tan duros.

Os llevo a todos en el corazón…


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